Sistema de patentes y propiedad intelectual en salud
Entendiendo que reconocer la propiedad intelectual y las patentes permiten a las empresas y a sus investigadores controlar sus descubrimientos y beneficiarse de su comercialización. En el ámbito de la salud hay situaciones que tienen que ser supervisadas dadas las enormes implicaciones éticas que conllevan. Por ejemplo, disponer de la patente de un medicamento permite a los titulares controlar quién puede fabricar, vender o utilizar su invención durante un tiempo limitado (suele ser 10 años). Ocurre frecuentemente que a los medicamentos nuevos les son atribuídos una serie de beneficios que convencen a los médicos para recetarlos en lugar de los anteriores, a pesar de que suelen ser mucho más caros y frecuentemente no están financiados por la seguridad social. Pasado el tiempo en el que tienen que liberalizar los datos de sus estudios, se observa muchas veces que estos beneficios no son tales o que los datos que habían sido publicados estaban maquillados para decir lo que querían, pero el efecto final es similar al del medicamento más antiguo. En ese momento aparecen el las guías clínicas en su lugar, con el mismo efecto que los demás, y dejan de ser "de primera línea" para el médico raso. Pero la industria ya ha hecho el negocio, lo dejan de presentar como novedad y bajan el precio.
Estos secretos comerciales permitidos pueden incluir fórmulas de medicamentos, datos de ensayos clínicos y métodos de fabricación. Las estrategias de márketin que usan las empresas a menudo no se centran en el efecto farmacológico de la sustancia en concreto sino en el saborizante que han aplicado ("sabor fresa", "se lo toman mejor los niños") o en la fórmula aplicada (menos grumosa, mejor dosificación,...). No es raro que un visitador médico parezca más un presentador de teletienda que un divulgador científico que presenta sus avances.
La protección de datos de pruebas clínicas permite a las empresas farmacéuticas mantener en secreto los resultados de ensayos clínicos durante un período específico. Si estos secretos son referentes a aspectos cosméticos, formulación o saborizantes no le veo el dilema ético, pero si estos datos se refieren, por ejemplo, a efectos adversos del medicamento en cuestión que no han querido publicar, sí que es preocupante. Como ejemplo, en 2023 hubo una gran presión a los gobiernos para que compraran y administraran un anticuerpo monoclonal contra el VRS en recién nacidos (Niservimab). Es estudio en el que se basaban para demostrar su eficacia tenía muchos defectos metodológicos e incluía 2300 recién nacidos, a 1500 se les administró Niservimab y a otros 800 placebo. En el seguimiento (que solo fué de 150 días) hubo 5 fallecimientos y ¡todos en el grupo de intervención! La explicación de la empresa fué que uno había sido en accidente de tráfico (vale, quedan 4), 2 por gastroenteritis y otros 2 por "problemas metabólicos", pero no explicaban más... ¿Esos problemas estaban relacionados con la administración del anticuerpo monoclonal? En principio el mecanismo de acción no parece probable, pero, como eran datos de estudios privados, no se pudo saber más. Aludiendo al principio de precaución se debió haber esperado a tener más datos para tomar la decisión política de administrarlo a todos los recién nacidos, una decisión tan arriesgada (y tan cara, más de 300 euros/dosis). Pdero hubo muchísima presión farmacéutica, social y también de las sociedades científicas, si, ya que la bronquiolitis es una enfermedad que ocasiona muchos ingresos cada año y la eficacia que demostraban era buena, así que se aprobó. ¡Por fin tenemos una "vacuna" contra la bronquiolitis! Unos meses más tarde podemos decir que el experimento poblacional ha salido bien, la medicación ha sido muy eficaz para prevenir la bronquiolitis (sobre todo casos graves) y no ha habido apenas efectos adversos de su administración.
En definitiva, tenemos que buscar formas de colaboración público-privada, pero hay que ser muy cautos en las decisiones que tomemos, saber hacer lectura crítica de los trabajos que nos presenten y no dejarnos llevar por estrategias comerciales o márketin a la hora de tomar nuestras decisiones clínicas. En ciencia, hay que equilibrar la lícita ansia de beneficio económico de la industria con el acceso a la información para el beneficio de la salud pública.
los descritos perfectamente, en el campo sanitario el problema de las patentes es especialmente importante.
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